lunes, 18 de febrero de 2013

De la oscuridad a la luz.

Ya hace unos meses que todos los que me rodeaban se han visto difuminados por mis estados de ánimo y una extraña tristeza que cada dos por tres me ataca y me destroza por dentro. Es como si estando rodeada de gente me encontrase perpetuamente sola con ganas de gritarles a todos que se callen y que me dejen en paz, que se vayan lejos, que me dejen sola de verdad porque a veces es mejor un poco de soledad que un bullicio que no te hace sentir nada. Me ahogo entre mis propios pensamientos y me abrumo con todas las posibilidades que podrían hacer que todo cambiase mientras el mundo sigue dando vueltas como si nada sucediese. Tan solo él consigue insuflarme un poco de aire para no asfixiarme entre tanta desesperación, solo él consigue dar un poco más de color a mis días grises, mientras los que antes los coloreaban con sus sonrisas se distancian y se ocupan de sus propias vidas. Es agobiante ver como cambian las cosas, como los caminos se separan y cada uno va dibujando sus propios senderos. Me estresa observar que ya no soy tan importante en algunas vidas, pero tampoco soy capaz de hacer nada para solucionarlo y termino sin fuerzas ni ganas para modificar aquello de mi vida que no me gusta. Siento que a veces me esfuerzo y nada da resultado porque sólo soy yo la que lo intenta de verdad. Trato de hacer que todo vuelva a ser como antes, pero al instante me doy cuenta de que no es posible porque el pasado es algo que nunca volverá.  Me siento vacía y no soy capaz de dar todo de mí por alguien que no me devuelve lo que necesito. Estoy cansada de intentarlo, de esforzarme, incluso de ser como soy. Me siento egoísta por creer que yo también merezco el mismo trato que doy a los demás y termino rebajándome mientras mi orgullo me grita que no lo haga, que no siempre tengo que ceder yo. Y mientras todas estos pensamientos revolotean por mi cabeza termino distanciándome de todo y de todos empujada por la desgana de fingir sonrisas cuando lo único que me apetece es ser yo misma, con mis tristezas y mis días de autismo. Pero entonces, entre todas estas rayaduras y quebraderos de cabeza, aparece él con su estúpida sonrisa y derrumba todos mis muros, destroza mis defensas y llega hasta un lugar en el que puedo ser yo misma sin necesitar fingir sonrisas ni recurrir a autismos innecesarios. Poco a poco va consiguiendo que un día triste termine con un final estupendo solo porque él está a mi lado distrayéndome del mundo. ¿Quién no va a distraerse con esa perfecta sonrisa?  Y es que solo él consigue que deje de lado la negatividad y retome todas mis fuerzas para seguir dándome de cabezazos con todo lo que me tortura haciéndome creer que yo puedo porque YO soy especial, soy fuerte y no me van a vencer. Y así terminan mis días, repletos de su positivismo, de sus perspectivas y de su peculiar forma de verme.

#Reflexiones y desvaríos.

PD:  Él es mi salvavidas, mi apoyo y el que me anima a luchar contra mis monstruos cubriéndome siempre las espaldas.  



2 comentarios:

Gracias por leerme y dejarme un trocito de vosotros mismos, es algo que me encanta.